María de Maetzu vivió en Vitoria y fue hija de un ingeniero y pronto quedó huérfana de padre y comenzó a colaborar con su madre en la residencia de señoritas que montaron en Bilbao para superar sus problemas económicos, lo que fue el germen de su vocación pedagógica.

"Es
verdad el dicho antiguo de que la letra con sangre entra, pero no ha de ser con
la del niño, sino con la del maestro".