“No
confundamos amor con posesión”, se podía leer en las pancartas en la concentración para la condena
por el asesinato de Alba en Lleida el pasado 10 de octubre.
Alba tan
solo tenía 14 años, y recibió presuntamente por su novio al menos diez
puñaladas en cuello y tórax.
Los dos
jóvenes habían mantenido una relación sentimental y, según el Instituto Catalán
de la Mujer, continuaban siendo pareja. Según fuentes oficiales, no había
denuncias previas sobre el agresor que presuntamente asesinó a la chica de
Tàrrega, la víctima número 37 de violencia machista en 2013 y la más joven en
lo que va de año.
Fanny Blankers-Koen era
mujer, tenía dos hijos y estaba en el comienzo de un nuevo embarazo. Con 30
años, en la dura postguerra holandesa, era principalmente una ama de casa. Así
la calificó la prensa de la época, no sin cierto desprecio en ciertos sectores. Poco
importaba que Blankers-Koen fuera una estrella del deporte. Había
participado doce años antes en los Juegos de Berlín, en los que fue quinta con
el equipo holandés de relevos de 4x100 metros y sexta en el salto de altura.
Cuando terminó la II Guerra Mundial, regresó a la competición con sus
habituales señas de identidad: poderosa y versátil.
Llegó a los
Juegos de Londres de 1948 con cuatro récords del mundo en su poder, aunque no
pudo defender su liderazgo en las pruebas de salto de altura y de longitud. En
aquellos días, las mujeres sólo podían participar en tres competiciones individuales,
según la idea que se tenía de sus limitaciones físicas.
Blankers-Koen
contribuyó más que ninguna otra atleta a acabar con estos prejuicios y con los
otros, los sociales. Era madre de dos hijos, pero le gustaba correr y saltar,
disfrutaba del placer de la competición y no creía que su condición de ama de
casa le impidiera satisfacer aquello que les estaba permitido a los
hombres.
En aquel
Londres sombrío de la postguerra, en el umbral de una nueva época social,
Blankers-Koen no sólo ganó más medallas que nadie. Se ganó un puesto entre los
héroes imperecederos.
Por
ello, Blankers-Koen hizo tambalearse todo el entramado de ideas preconcebidas
sobre el papel femenino en el deporte y, por ende, en la sociedad. Se convirtió
en una leyenda y contribuyó de modo decisivo a cambiar muchas ideas y
mentalidades sobre el papel de la mujer, no sólo en el deporte sino también en
la participación de la mujer en los asuntos públicos. Fue una pionera en lo que
se ha venido en llamar emancipación de la mujer en un mundo diseñado por
hombres.
El camino se
ha recorrido lenta pero de forma constante, pero hay que seguir en la brecha y
luchando para que llegar al final. Fanny Blankers-Koen, "la holandesa
voladora", que nos dejó en 2004, contribuyó con sus enormes dotes
naturales, su determinación y constancia y su gran voluntad de trabajo a lograr
ese objetivo final.
La propuesta es de Cati, una de las jefas de estudios del instituto y profesora de Educación Física.
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